lunes, 28 de mayo de 2012

Singapur

Nuestro último destino: Singapur. Llegamos a las 8 de la mañana, en tren, durmiendo, aunque no pudimos dormir perfectamente por el exceso de meneo. Tras pasar los controles fronterizos, nos dirigimos al centro. Tenemos todo el día para pasear por la ciudad, verla y sobre todo, ir a los lugares más emblemáticos, ya que, aunque tenemos tiempo, tenemos el dinero justo para gastar. Nuestro vuelo sale a las 9 de la noche y tenemos que estar unas dos horas antes y llegar a tiempo, que se tarda, desde el centro, más o menos una hora.


Cuando llegamos a Bangkok desde Calcuta, fue un impacto. Cuando llegamos a Malasia desde Tailandia, otro. Y cuando nos bajamos del tren en Singapur, proveniente de Kuala Lumpur, otro más grande si cabe. Es una isla ciudad-estado, que tiene un centro financiero lleno de rascacielos y hoteles que son símbolos de la ciudad.

Lo realmente curioso de Singapur son sus normas. Prohibido chicles, prohibido fumar, prohibido beber y comer en el metro,... Con esto último tuvimos una experiencia,... Nada más bajarnos del tren, nos dirigimos a tomarnos un café que nos compramos para llevar en la misma estación para, de inmediato, subirnos al metro con destino al centro de la ciudad. Sucedió pasando el control del metro, cuando se nos acerca una segurita chillando !No beba señora¡ ¡Eso son 500 dólares de multa! Nosotros, abrumados, no sabíamos de qué estaba hablando la señora. Nos lleva hacia donde está "el jefe" de la estación. Éste nos explica muy amablemente que no pueden ser tan estrictos con los turistas, así que nos propone que nos deja llevarnos el café, pero que nos quita la pajita y nos hace prometer que no beberemos, y así fue: "Se lo prometo jefe".

Bajarnos del metro después de unos 45 minutos, mochilas al hombro, salir de la estación y ver, lo primero, el hotel más famoso de la ciudad. Cerca está el campo de fútbol acuático, la ópera, el león con el chorro de agua símbolo de la ciudad,... Esta es la zona conocida como Marina Bay.


Como la ciudad tiene una población mixta, es un lugar donde el multiculturalismo también está presente y conforma parte del atractivo de la propia ciudad. Por tanto, aquí también existe un Little India y una Chinatown. Tenemos que reconocer que el mejor Little India lo encontramos en Georgetown, en Penang, Malasia. No sabemos si fue porque coincidió que fue el primero que vimos, o por la viveza del propio barrio lo que nos gustó, pero ninguno ha igualado a este primero.

Singapur es más caro que el resto de los países en los que hemos estado y es por esto que optamos por no dormir aquí ninguna noche. La comida, lejos de parecerse al precio europeo, está muy por encima de sus países vecinos. Un plato de comida india, tipo Thali vegetariano, nos costó 4,5 dólares de Singapur, unos 3 euros cada uno, más del doble de nuestra media por comida. Por tanto, es un lugar por el que está bien pasar, pero si se quiere mantener la media de gastos, hay que tener cuidado con lo que se viene a hacer.

Lo último que hicimos en esta ciudad fue dirigirnos al aeropuerto, el mejor del mundo según dicen,.... y con razón. En sí mismo es puro espectáculo, hasta con un mariposario, videojuegos, máquinas de masajes de pies gratis, tiendas por un tubo donde gastar los últimos dólares y un duty free de verdad, donde realmente las cosas sí que son mucho más baratas. 

 
 
Este fue nuestro final después de seis meses viajando. El tiempo pasa muy rápido y ahora, que ya estamos en casa y sólo han pasado 4 días desde nuestra llegada, la sensación es de no habernos ido nunca. Fue nuestro sueño y se cumplió, y lo que queda de esa emoción no es más que el recuerdo de lo vivido y la mochila llena de experiencias y aprendizajes nuevos. Viajar de esta manera está bien porque es barato, se te quitan muchos prejuicios, sobre todo con la comida, abres la mente para comprender nuevos conceptos de formas de vivir y de comprender la existencia,... En definitiva es un regalo para tu alma y tu espíritu y se lo recomendamos a todos aquellos que estén indecisos y lleguen a esta lectura por casualidad.

Muchas gracias por esas lecturas y esos comentarios. Cómo nos gustaba saber que escribíamos para alguien que incansablemente esperaba cada nueva entrega. Un placer.

En breve, haremos nuevas entradas con el control del gasto desglosado por países para que se hagan una idea de cuánto dinero se necesita para viajar de este modo.  

martes, 22 de mayo de 2012

Kuala Lumpur II

No podemos hablar de Kuala Lumpur sin nombrar sus macro centros comerciales. De hecho, no podemos hablar de Malasia sin nombrarlos. Allá donde fuéramos, sea la ciudad que haya sido, Georgetown, Kota Bharu, Malaka,... allí había mínimo uno grande, con supermercado incluido. Pero sin duda, la madre de todas está en KL. No sólo te encuentras uno grande, sino que puede llegar a haber más de cuatro juntos. Y no sólo eso, también otros 3 ó 4 juntos de nuevo, unas paradas de metro por encima o por debajo. En definitiva, esta ciudad está dedicada al consumismo en su totalidad. Y puede tener su lógica. Con el calor que hace en la ciudad todo el año, es fácil persuadir a los consumidores con un par de horas de fresquito del bueno. Nosotros hicimos un cameo (por encargos varios) en uno muy, muy, pero que muy grande, con montaña rusa incluida. Se trataba de uno que tenía unas 14 plantas (creemos). En la sexta nos rendimos. El frío embargaba nuestras rodillas y el cansancio de ver siempre lo mismo, nos hizo dar media vuelta y obviar las restantes plantas. 

Esto es la parte más "moderna" (por llamarla de alguna manera) de la ciudad. Pero ésta esconde barrios con esos mercados de actividad frenética y coloridos característicos de esta parte del globo que a nosotros nos encantan. En concreto, nos hemos movido hasta el barrio de Chow Kit, al norte del centro, y si bien ya hemos comentado que la ciudad es complicada para caminarla porque está preparada para coches, nosotros nos aventuramos a pie y es un rollo. De repente apareces en un lugar donde las aceras brillan por su ausencia y tienes que vértelas con el tráfico. De locos. Pero eso sí, una vez llegas al barrio, eso es otra cosa, siempre con las Torres Petronas acechando para que no te pierdas, nos sirven de referencia muchas veces. 
¡El tío apoyado como si tal cosa en la cabeza de la pobre vaca! Mercado de Chow Kit.

Sin duda, los barrios más famosos de esta ciudad son Chinatown y Little India. Los chinos fueron los primeros pobladores y fundadores de esta ciudad hace más de dos siglos, así que su importancia está más que justificada. Vinieron a trabajar en las minas de alrededor. Luego los ingleses trajeron a los indios y también crearon su asentamiento. Por tanto, Kuala Lumpur es esa "mezcla" que continúa pura hoy en día. Los chinos siguen funcionando como en China, los indios como en India, y, a pesar de tener esos antecedentes, ellos se consideran malayos. A cualquiera que le preguntásemos, nos decía que era malayo. Ni indio ni chino, sino malayo. Y luego están los malayos, que provienen de Borneo y se expandieron por Sumatra y Malasia. Todos ellos conviven con sus diferencias culturales, pero en armonía y respeto.Como prueba de esa mezcla cultural, el gobierno organiza un desfile lleno de música y color que muestra esas diferencias. Y lo que consiguen, es respeto por lo diferente porque, aunque diferente, es parte del país del que ellos se sienten orgullosos de ser.
 
 
En Chinatown, al más puro estilo tradicional.
Este es el templo hinduísta más importante de KL y, curiosamente, está en Chinatown.

Aquí le decimos adiós a este país que no ha pasado desapercibido por nosotros. Nos ha impactado porque veníamos pensando que nos iba a resultar caro, que nuestro presupuesto subiría unos euros al día en comparación con sus vecinos. Pero la sorpresa ha sido grata cuando hemos ido descubriendo que, viajar barato por Malasia, también es posible.

Un beso y saludos enormes.

viernes, 18 de mayo de 2012

Kota Bharu y Pulau Kapas

Kota Bharu

Nos costó decidirnos, días enteros dándole vueltas a la ruta a seguir, pero al final lo tuvimos claro. Desde Taman Negara nos cogimos el tren que durante 7 horas atraviesa la selva hasta la parte noroeste de Malasia (qué delicia de viaje. Durante las 7 horas dormíamos dos, nos despertábamos media, nos volvíamos a dormir,... el balanceo constante es una maravilla hipnótica). Allí, en Kota Bharu, nos esperaban 6 Km de distancia desde la estación del tren hasta el centro de la ciudad. Era de noche ya, nos habíamos pasado prácticamente el día entero dentro del tren. Ni siquiera sabíamos cuántos km nos separaban del centro. Sólo lo supimos cuando después de caminar un ratito pequeño, vemos un cartel que nos indica la distancia. Uf! Qué hacemos, pensamos. Nos miramos los dos y al unísono decimos: hacemos dedo, no? 5 minutos y nos para un pibe de unos 30 años, con la música heavy puesta, disculpándose con nosotros porque su coche es pequeño y porque los anteriores coches no se han parado antes. Tranquilo hermano, sólo llevamos aquí 5 minutos!! Nos suelta en el mismísimo centro, al lado del sitio donde por precio y calidad nos quedamos (22 ringgits la habitación). Al lado de la estación de guaguas y del mercado, lo cual nos facilita para las comidas (baratísima y muy rica) La ciudad es, junto con Kuala Terenganu (por la que pasaríamos unas horas, semanas más tarde), los lugares más islámicos dentro de Malasia. Todas las mujeres van con velo, a excepción de algunas, que también llevan la boca tapada y sin llegar a ser burca, sólo se les ven los ojos (a excepción de las mujeres de origen chino e indio, que en esta parte del país son minoría). Los hombres van con las vestimentas musulmanas. Sin embargo, es un islamismo tranquilo. Casi todas las mujeres mantienen su independencia, conducen, trabajan...
 El mercado. Todo un espectáculo de colores. En la planta alta se come de lujo, y en la baja hay puestos de dulces buenísimos a precios de risa.
 
 
 
 


Porque era viernes y éste es el día de descanso de los musulmanes, todo estaba cerrado, así que poco más que contar de este lugar. Lo único, que nos sirvió de enlace para conectarnos con Marang, el lugar desde donde sale el barco destino Pulau Kapas, la isla soñada por muchos.

Pulau Kapas.

Pequeña, adormecida, brillante, cristalina, verde, azul, blanca, viva, coralina, plácida,... en definitiva preciosa, aunque cara para comer.

Pudimos bucear con las gafas y el tubo que te dejan gratis en el KBC, el lugar donde nos alojamos (el más barato de la isla y creemos que el mejor: 15 ringgits por persona en el dormitorio). El fondo marino es simplemente un espectáculo, de revista: con corales, peces de vivos colores y grandes tamaños, arena fina y blanca,... No habíamos estado en un lugar con aguas semejantes. No nos lo podíamos creer, porque además, el agua estaba fresquita! Horas enteras de intenso buceo, de paseos por la jungla, de no hacer nada debajo del árbol con sombra del hotel encima de unas colchonetas en una base de madera, de jugar a las palas viendo el atardecer,... 5 días de relax, de leer, de conocer a la española que lleva atrapada por la magia de la isla casi 4 semanas, de compartir experiencias,.... De todo menos cervezas!!!! 
 
 
 
 
 
 
 Prácticamente todas las playas están desiertas. Es pura maravilla.
 
 
 
 

La cara este de la isla es puro acantilado. Nos recordó mucho a recovecos de Tenerife. Nos lo pasamos pipa tirándonos desde las rocas. Se llega a ella después de unos 45 minutos caminando a través de la selva. Vimos lagartos, ciempiés, mariposas,.. todo enorme.

Ahora, recién llegados a KL de nuevo para hacer las últimas compras y bajar a Singapur, desde donde cogeremos el avión para regresar a casa, lo que significará que esto se acaba. Todo tiene un principio y un final, y el final de esta historia está más cerca que nunca. Ganas de volver para luchar con nuestro amigo Alberto Rodríguez por otro mundo más noble, más justo y más bonito. Y ganas de sentir que todos estos meses han tenido un efecto positivo en nosotros, de crecimiento personal y en conjunto. 

Seguiremos informando de nuestras últimas hazañas, que las habrán, eso seguro!!

Besos y ganas de abrazar ya.

viernes, 11 de mayo de 2012

Taman Negara: La selva

Desde K.L. nos fuimos a la selva de Malasia, Taman Negara, posiblemente la más antigua del mundo con más de 130 millones de años y con una extensión de 4.343 kilómetros cuadrados, abarcando así hasta tres estados del país. Nuestra guest house (Yellow GH, 30 ringgits con wi-fi, té y café habitación doble sin baño. Regatear un poco para conseguir este precio) estaba en Kuala Tahan, el pueblo que sirve de base para explorar la selva, al otro lado del río de la entrada del parque, donde los alojamientos son considerablemente más baratos y donde para cruzar el río sólo necesitas un ringgit por persona y una barca-taxi que están de aquí para allá todo el día. Desde que salimos de Laos no habíamos vuelto a ver semejante paisaje, y por belleza y exuberancia lo echábamos de menos sabiendo ya que no volveremos a pisar terrenos así en mucho tiempo.
 El río desde la zona del parque. Al otro lado, los restaurantes flotantes y el embarcadero.

En Taman Negara se puede disfrutar de la selva haciendo trekkings sin necesidad de guías. Eso te da libertad y te permite ir a tu aire, experimentando tú sólo lo que ella te depare. El primer impedimento, y que en cierto modo nos hizo dudar sobre si adentrarnos o no en la selva, fueron las sanguijuelas. Este es su hábitat natural, así que está plagado aunque dependiendo su número de cuánta humedad haya en el terreno. Para nuestra sorpresa, a la entrada del parque, nos dicen que hay bastantes ahora porque justo la semana pasada llovió mucho. Vaya, qué mala suerte, y ni siquiera estamos preparados con calzado y ropa adecuada,... Pero eso no importó, para dentro que nos metemos el primer día y a ver qué pasa. Íbamos con prudencia, revisándonos los pies a cada paso,... no sabemos cómo son hasta que no vemos alguna intentando trepar. Bueno, no es para tanto, pensamos, ni siquiera son tan grandes como nos habíamos imaginado (como siempre, la mente inventado). Al final sólo fuimos atacados por una cada uno y antes de que la sangre fuera escandalosa las pudimos retirar de nuestros tobillos, ya que no te enteras cuándo te muerden. Las demás fueron localizadas a tiempo. Las veías por el camino, en el fango, tiesas, preparadas para la acción.
 Empezando el pateo.
 En búsqueda de las primeras sanguijuelas.
 ¡Ajá! Ya sabemos cómo son y a partir de ahora son detectables.
 Cruzando uno de los múltiples puentes que hay.
 
 
 Las raíces de los árboles nos sirven de escaleras.
Así acabaron los tenis después de tanto fanguerío.

Aquello fue una experiencia nueva para nosotros, pero no implicó que disfrutáramos de lo que la selva guarda en su interior. Aparte del sudor extremo que se experimenta, el calor no es tanto. El sudor permite que te refresques, ya que no hay sol directo y no se seca. Los insectos son coloridos y diferentes a los vistos hasta ahora. Los árboles inmensos, con lianas que te ayudan en determinados tramos extremadamente fangosos. Los mamíferos que habitan esta selva no se dejan ver tan fácil y raro es quien pueda divisar un elefante, tigre o rinoceronte. A las serpientes, tampoco tuvimos la fortuna de verlas. Los monos se oyen con sus alaridos y las ardillas saltan los troncos de los árboles con extrema facilidad. Las mariposas vistas en la granja semanas anteriores, las vemos ahora en libertad siendo imposible fotografiarlas. Hasta las moscas consiguen ser bonitas, con tamaños inmensos y un colorido impensable para ellas. Nos queda la pena de no haber disfrutado de los más de 500 metros de puentes colgantes que hay construidos a 45 metros de altura, pero un árbol cayó en las inmediaciones un día antes de nosotros llegar, por lo que lo han cerrado por seguridad durante dos semanas.
 Los varanos, los lagartos de la selva, aunque no exclusivos de ella.

Aquí nos pasamos unos días agradables, haciendo ejercicio del bueno, oyendo llover por las tardes, leyendo, escribiendo, descansando,... En definitiva, es un lugar que nadie que pase por Malasia debería perderse por la facilidad que te dan de experimentar tú sólo el terreno, por la cantidad de flora y fauna que existe (entendemos que Rebe se haya pasado 5 días disfrutando del lugar) y porque a pesar de ser un lugar por el que pasan turistas, los precios no están disparatados, y eso se agradece.

Un saludo y un beso enorme para todos.