viernes, 23 de marzo de 2012

Phnom Penh

En Phnom Penh hemos descubierto otra Camboya. Veníamos de playas y de pueblos de pescadores, y como en todas partes del mundo, la sistemática es diferente en una capital o gran ciudad que en lugares menos habitados y no destinados exclusivamente al turismo. Aquí viven 2 millones de personas que hacen que la ciudad tenga ritmo. Sus grandes mercados la hacen especialmente atrayente para personas que, como a nosotros, les guste pasar el día mirando, comiendo y como no, regateando cuando hay que comprar cosas. Por cierto, en el regateo, no lejos de ser un arte, hemos desarrollado una técnica sumamente depurada en la que, sabiendo cuánto valen más o menos las cosas, puedes empezar con el juego del precio manteniendo siempre un tono cordial y de armonía. En este país es muy fácil porque los camboyanos son muy tranquilos y receptivos. Si consigues no apurarte y obsesionarte con querer comprar el artículo, es probable que saques finalmente un buen precio. Hay dos mercados importantes: El central y el ruso (este último debe su nombre a los rusos que en los 80 venían a comprar), y los dos son grandes y con varias cosas. El Central, que es al que más hemos ido por cercanía, es más local y se divide en zonas: la verdura, los lugares donde comer, el menaje, la ferretería, la ropa, las floristerías, las zapaterías.... Y el Ruso está más destinado al turismo ya que hay más puestos con suvenieres que otra cosa, aunque tiene una parte especial dedicada a recambios de motos y ferretería en general.
 Mercado Central de Phnom Penh donde dentro se sucede un sin fin de actividades.
Fruta del dragón, muy común en todo el sudeste asiático. La textura es similar al kiwi, con semillas incluidas pero menos sabroso.
 Huevos de todos lo colores.
 El afilador.
 ¿Quieres una gamba?
 Dándose un baño en medio de la calle debido al fuerte calor
 Las floristas arreglando ramos ocupan todo un lateral del mercado.
Nuestro desayuno: en frío y a modo de ensalada, tallarines de arroz con hierbas y carne de cerdo con rollitos de primavera fritos y troceados. Todo aliñado con una salsa picante muy suave por tan sólo 4000 riel.

La parte oscura de Camboya viene ahora. No podemos pasar por alto la visita al museo de los crímenes de guerra de los jemeres rojos, el Tuol Sleng, en aquél entonces llamado S-21, Centro Interrogatorio de Seguridad de estado, que eran las instalaciones de un prestigioso instituto de secundaria en medio de la ciudad que habilitaron para tal fin. En los años 1975-1979, la ciudad se vació por completo. Obligados por el partido de Kampuchea Democrática, dirigidos por Pol Pot, todos se vieron obligados a emigrar al campo y a seguir los rigurosos planes de trabajo forzado que habían planeado para toda la población, sin excepción, en el campo. Phnom Penh pasó a llamarse, por tanto, la ciudad fantasma. Muchos miembros del partido, que veían cómo se estaban cometiendo asesinatos, interrogatorios sangrientos y demás atrocidades, huyeron a Vietnam como desertores uniéndose al partido comunista de este país, quienes ayudaron en enero de 1979, a la liberación de Camboya y la caída por tanto de los jemeres rojos. No hay que olvidar que en manos de los jemeres rojos murieron más de 2 millones de personas por ser intelectual, llevar gafas o dedicarte al arte, por ejemplo. Todas estas personas fueron llevadas a campos de exterminios (killing fields), esparcidos por todo el país, donde los ejecutaron y enterraron en fosas comunes como a perros.
 Uno de los edificios del S-21
 Aquí se ataba a las personas por los pies y las manos para sumergirles la cabeza en agua fétida para que confesaran.
 Fotos de una parte pequeña de los que pasaron por aquí.
Arriba, celdas donde encerraban a los presos. Abajo, celdas donde torturaban a los "más conflictivos" con descargas eléctricas y palizas.
 Cuando acabo todo en enero del 79, encontraron a 14 muertos y a 7 supervivientes. Los primeros los enterraron en lo que hoy es el museo y los segundos pudieron rehacer su vida.

Convirtamos todo el mal y las guerras del mundo en paz.
 Memoria y justicia. Muy aplicable esta frase a "otros" países.
La parte amable viene ahora. Entre nosotros siempre estamos hablando que a occidente le falta un poco de oriente. La gente se reúne por las tardes noches, cuando amaina el calor, en las plazas para bailar. Son gente anónima, que no se conoce pero que comparte. Y en occidente se ha perdido esto y quizás es la parte más bonita de las grandes ciudades. A pesar de estar habitadas por tanta gente, entre ellos conviven de esta forma tan sencilla y divertida. No hay que gastarse el dinero en el gimnasio cuando lo puedes hacer en la calle. Pero nuestras normas nos están llevando al aislamiento social. Una pena.

Este país es el primero, después de India, donde hemos encontrado mendigos y niños pidiendo en las calles. También hemos visto prostitución infantil, siendo lo peor de esto, que los clientes son occidentales en edad avanzada. De todos modos, sabíamos que en Camboya veríamos esto en mayor cantidad, y la sorpresa ha sido que no fue tanto.

¡Gente! Gracias por esas lecturas y un beso enorme para todos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola primos!!!! Una atrocidad lo de los edificios de torturas que hoy forman el museo de crímenes de guerrera , me parece algo horrible, pero lo peor es que hoy en día hay por ahí cosas como esta en activo. El mercado parece muy grande y me encanto la foto del niño dándose un baño. Un besote muy fuerte para los dos y a cuidarse mucho. Por cierto menudos desayunos.....jejeje.

Ana, Valen y Valentín dijo...

Hola chicos, que gracioso el niño en la bañadera. Me alegro de que estén bien. Un beso gigante, hasta pronto.

Anónimo dijo...

MUY BUENAS GENTE!!!QUE TAL SE PORTAN LOS CAMBOLLANOS?, QUE RICAS VERDURAS Y MARISCOS!, SEGURO QUE LA COMIDA DEBE ESTAR ESTUPENDA!. SIGAN DISFRUTANDO, PERO NO TARDEN EN VENIR... AÚN NO HEMOS ESTRENADO EL PARTY DE REYES!. ABRAZOS

ROBER

Anónimo dijo...

Chicos, me agrada ver qu van bien. Por favor, cuando pongan el precio de algo, sirvanse expresar la equivalencia en nuestra moneda, porque si no, jamás sabremos de lo que hablan.
Besitos. Papá