Nah Trang y Mui Ne

Nah Trang

No pude más que abrir un ojo y quedarme perpleja ante dos cosas: la primera, en como Migue estaba igual de alucinado que yo, y la segunda, y la que provocó este estado, la cantidad de gente que había en la playa cuando apenas eran las 6 de la mañana. Cuando digo cantidad de gente, imagínense cualquier playa española a las 12 del medio día en pleno agosto. ¿Qué? Igual de perplejos se hubieran quedado ustedes. La gente aprovecha las primerísimas horas del día para hacer ejercicio. Ya lo vimos en Hanoi, con las clases de aerobic a las 5 de la mañana y lo volvimos a ver ahora, en la playa de Nah Trang. Estábamos en la guagua, llevábamos 12 horas y llegábamos a nuestro siguiente destino. Una ciudad con la misma cantidad de habitantes que S/C de Tenerife, invadida ahora por extranjeros rusos que vienen a pasar unas semanas de vacaciones en los hoteles de lujo que están pegados al paseo marítimo. 

Encontramos una habitación enseguida en un hotel familiar que tras el regateo rutinario nos salió por buen precio. Era grande, con balcón y dos camas de matrimonio. Aprovechando que era tan temprano, nos pegamos una ducha para despejarnos y despegostarnos (el calor ya será amigo nuestro para el resto del viaje) e íbamos en misión de búsqueda de gente buena y honesta. Pensamos que el mercado sería el mejor sitio para desayunar y tomar el delicioso café de esta tierra (prometo comprar 1/5 kg para que lo prueben porque quiero que todos saboreen esta delicia). Y allí estaba nuestro primer hombre. Precisamente el del café. No sé en qué momento le empezó a chivar a Migue al oído por lo bajini los precios de las cosas para que no nos intentaran estafar. Nos preguntó que cuánto nos había costado la caja de tabaco que teníamos, y nos dijo el precio real, también el de los cocos y el de un plato de comida. Todo esto sin él hablar inglés ni Migue vietnamita, claro está.  Satisfechos por nuestro primer contacto con alguien sensato, fuimos dirección a la playa. Nos la recorrimos casi toda, parando de vez en cuando para darnos un chapuzón y continuar con nuestro trekking diario que hoy sería bajo el sol abrasador de la playa kilométrica de Nah Trang. A las 12 ya decidimos abandonar el sol y, bajo la sombra de una palmera bebiendo una cerveza para recuperar esos minerales perdidos por el ejercicio, conocimos a Phu, un vietnamita con el que compartimos unas cervezas en un sitio local y con el que aprendimos cosas del país que no sabíamos. 

 Sin viento

Con viento

 Vendedoras en la playa, vendiendo desde refrescos o garimbas hasta langostas guisadas por muy buen precio.

Aquí las langostitas.

Sólo desde hace 4 años es cuando empezaron los rusos a llegar en grupos masivos, pero desde 2004 empezaron a construir de la manera que lo están haciendo. En la actualidad hay unos 4 hoteles gigantes en construcción, lo que implicará que en un futuro llegue más cantidad de gente a la vez. El ritmo de vida se ha encarecido para los locales muchísimo. Nos contó que tanto el café como las barras de pan han subido bastante en los últimos años. En plan broma nos decía que en breve trasladarían a los locales hacia el fondo de la ciudad para dar cabida a tanto turista. Entre otras muchas cosas, y lo que a nosotros más nos interesaba, nos habló de la guerra. Nos dijo que aquello nunca lo olvidaría "I´ll never forget this", nos dijo con tono muy serio. Cómo bombardearon sin ton ni son y mataron a familias enteras. Él pasó su infancia bajo tierra, en los túneles que inteligentemente los vietnamitas construyeron para protegerse de esos bombardeos. Estudiaban, comían (comidas sin cocinar, por cierto, porque si no, el humo los delataba),... Tenía sólo 7 años, pero aún el tono de la voz le cambia al hablar de este tema. Nos contó que, cuando llegaba la noche, salían del túnel y respiraban aire fresco. Los ojos se le hacían grandes al recordar la sensación de respirar fuera de éste.

Hablando de todo un poco, llegamos al tema política. Fue aquí donde nos enteramos que ni la educación ni la sanidad son públicas desde que perdieran el apoyo de la Unión Soviética. Esto nos sorprende, un país comunista, entendido como lo entendemos nosotros, lo primero que garantiza es precisamente salud y educación, por tanto, el comunismo de los países asiáticos, y en concreto el de Vietnam, no terminamos de ubicarlos. 

Mui Ne

Pueblo de pescadores auténtico, con olor incluído a pescado secando al sol. Mui Ne es un poco locura para nosotros y explicamos el por qué. Se divide en dos partes, la tradicional y de siempre, donde viven y trabajan los pesacadores y sus familias, y la zona macro construída con resorts de lujo (y con rusos, of course). Esto lo podemos igualar un poco a Puerto del Carmen en Lanzarote. Lo que fuera hace 25 años un puerto pesquero con algunos alojamientos y restaurantes humildes y sencillos, a lo que es hoy. Pues esto es igual, lo único, que el pueblo real sigue siendo bastante rústico, donde algún extranjero acude para ver llegar a los barcos llenos de pescado y marisco o simplemente para admirar la belleza de los barcos de colores en el mar. A lo largo de toda la avenida hay numerosos restaurantes que al anochecer ofrecen todo tipo de marisco vivo para que los turistas lo elijan y lo coman a la barbacoa. Incluso puedes comer tiburón, tortuga, ranas y hasta serpiente. Toda estas exquisiteces no son muy baratas aquí, pero sí más que en Europa.

Tiene una playa que bordea la costa donde se hace kitesurf y este deporte también es parte de su atractivo turístico. La playa está bien para bañarse, con arena casi blanca y muy fina, pero no llega a ser ni mucho menos paradisíaca: hace mucho viento (por eso lo del kitesurf).De ahí que en los alrederores haya una serie de dunas, de color blanco unas y de color rojizo otras, y es por eso que se conoce al lugar como el Sáhara de Vietnam. Sin embargo, en una de esas excursiones que nos hacemos nosotros, sí que llegamos a una cala donde, además de no haber nadie, no hacía nada de viento. Ahí descansamos después de estar con la bici más de una hora y tener el culo mojado y molido, pero había que regresar.

Estas son las chalanas que se estilan por estos lares. 

En Mui Ne nos hicimos con un restaurante auténtico. La señora se ha enrollado con nosotros poniéndonos unos platazos de comida con chuleta de cerdo más blanda que la de la cooperativa, con arroz en condiciones, con tortilla, con tomates en rodajas y pepino, y acompañado con un cuenco con sopa de verduras (muy típico de estas tierras sólo en restaurantes locales) y lo mejor y la sorpresa, un plato de fruta de postre: sandía, mango,... esto no es típico y por tanto no nos lo esperábamos. Y en el desayuno, manises guisados,... se parecen mucho al sabor de la castaña. Todo un detallazo. Nos ha tratado de lujo. Sin duda, estamos descubriendo la hospitalidad vietnamita, y esto empieza a gustar. Ah!!! y todo esto por menos de 1€ cada uno!!! 

PD: En relación a la entrada de Bangkok II cuando vimos a Frank de la jungla con los de callejeros viajeros, aquí tienen el enlace del programa emitido el pasado domingo 26 en el que salimos al principio como ya comentamos. www.mitele.es/programas-tv/callejeros-viajeros/temporada-4/programa-142/