Norte de Laos

Luang Prabang

Salimos de Vientiane, con nuestra visa para Vietnam en la mano, dirección norte. Después de una guagua nocturna en la que apenas dormimos porque la carretera tenía más curvas y baches que nada que puedan imaginar, llegamos a esta preciosa ciudad, antigua capital de Laos, bañada, una vez más, por el Mekong, y declarada patrimonio de la humanidad (una La Laguna, para que se hagan una idea) que a pesar de ser muy bonita, a nosotros no nos dijo nada. Otra vez la misma historia: carísima!! Pero esta vez nos daba igual, era tempranísimo y teníamos tiempo antes de que el sol apretase. La borrachera esa típica que tienes cuando casi no duermes, nos ayudó a pasárnoslo bien mientras iniciamos la búsqueda. Empezamos a caminar la ciudad, sus buganvillas de colores y sus hoteles preciosos en edificios históricos, ya presagiaban que no nos iba a resultar nada fácil. Tras haber mirado en algunos sitios y el precio ser desorbitado, nos encontramos con la chica feliz (bautizada también por Migue,.... no sé por qué no se hizo cura,... bueno, sí lo sé), una alemana con la que llevamos coincidiendo todo el trayecto y empezamos a hablar de la locura de los precios. Es hablando con ella que decidimos  finalmente ir al de 80000 kip, parecía que no teníamos más alternativa. Pero no, una vez más la suerte estaba de nuestro lado y justo al final, en el camino hacia los 80000 kip, encontramos un sitio por 50000 kip. El dueño es un señor mayor que en su casa, en la calle principal, tiene un par de habitaciones que las alquila por un módico precio. Hay que fijarse bien porque parece que es una agencia de viajes nada más, pero pasada la agencia está su casa. 

Otra herencia francesa: la petanca. Por todo el país se puede ver a los lugareños jugando.

Es una ciudad muy importante para el budismo en Laos. Está llena de templos y dicen ser los más bonitos del país. Muchos monjes y novicios llenan las calles por el día de color naranja. Sentados a la sombra de unos árboles y mirando unos de los más importantes de esta ciudad, Migue ve caer "una rama" al suelo desde un árbol. No es una rama!!! Es una serpiente!!! Nos damos cuenta de esto porque una vendedora callejera empieza a gritar para que los turistas se acerquen y tengan la oportunidad de ver semejante cosa que ella sabe que es inusual,... La pobre serpiente tenía más miedo que los que la observaban y llegó a tiempo a su escondite.

Miren en el hueco de arriba a ver qué hay.

En cualquier caso, en esta ciudad se come muy bien por muy poco dinero, lo que pasa que tienes que descubrirlo, pero no es tan difícil. Por las mañanas desayunábamos unos dulces típicos que son fritos con harina y semillas de sésamo o plátanos o batata envueltos en esa harina,... riquísimos y baratísimos, que venden las señoras en puestos callejeros, pero para encontrarlas hay que salir de la burbuja turística del centro de Luang Prabang y caminar por donde están los colegios y las tiendas locales. Para cenar, por 10000 kip te pones un plato lleno de comida variada hasta rebozar en el mercado nocturno, tipo buffet. No hay que pararse en el que está en la esquina del mercadillo, hay que ir al callejón de la comida callejera. Allí desde las 5 de la tarde ya te puedes ir a poner las botas. También hay pescado a la brasa y carnes asadas. 

Ya decidimos que nos vamos de esta ciudad que no nos ha aportado gran cosa, apenas tienes contacto con la gente de aquí y bueno, no deja de ser un paraíso para los turistas que pueden quedarse en esos maravillosos hoteles a la ribera del Mekong, pero no es lugar para nosotros. Tiene unas cataratas, por las que también hay que pagar para entrar, pero además están a 35 km y hay que ir en tuktuk ya que no hay guaguas locales que te acerquen, así que decidimos que no vamos,... después de las de Tailandia,....

Muang Sing

Este sitio, enclavado en las montañas, es un lugar en el que tienes la sensación de estar en otra época. A las afueras de este lugar a pocos kilómetros (se puede ir en bici) viven diferentes grupos étnicos agrupados en comunidad. Cada grupo étnico tiene su enclave y viven de la agricultura y de la artesanía que las mujeres hacen para vender en el mercadillo local al que acuden cada día temprano por la mañana.

Nada más bajarnos del minivan que nos subió hasta allí, se nos acercan unas mujeres de la etnia Aka a ofrecernos ganja y opio. Lo llevan escondido entre las pulseras que vienen a ofrecerte para vender, aunque sin mucho disimulo: " ganja, ganja, opio, ganja, ganja"... Qué risas!!! Eso es matujo, les dice Migue, entonces empiezan: "matujo, matujo". En fin, unas personajillos de lo más entrañables que nos llegaban a la axila.

Aquí para hacer, poco. Pateos programados con las agencias locales para visitar las etnias de alrededor, aunque por tí mismo también lo puedes hacer con una bici o una moto. Nosotros lo intentamos con una bici. Recorrimos 10 km pero se nos pinchó una goma (por segunda vez) y tuvimos que volver al pueblo. Qué rabia!!! Ya no nos daba tiempo de emprender de nuevo el viaje y al día siguiente nos íbamos. También es visita obligada el mercadillo que empieza desde antes de las 7 de la mañana. Allí puedes desayunar los dulcitos

Es un lugar que está a unos 10 km de China, así que la influencia de este país aquí es enorme. Un gran supermercado que vende de todo justo a la salida del mercado, coches chinos por doquier, restaurantes chinos,.... y eso que es una localidad con sólo una calle principal y dos aledañas, nada más!! La cercanía a la frontera es lo que tiene.

Aunque en este lugar, nuestra mejor adquisición fue haber conocido a Boris, un belga con el que estuvimos unos días. Tiene 51 años, viajó a la India con 20 en autostop y bueno,.... un hippy de la vida con las ideas muy claras, mucha cultura y muy interesante. Con él pasamos buenos momentos. Las garimbitas por la noche, los paliques,... en Bélgica hace agricultura ecológica, tiene una casa verde: recoge el agua de la lluvia, placas solares, calefacción con leña,... todo un person.

Udomxai

Hasta aquí tuvimos que ir para enlazar nuestro próximo destino: Nong Khiaw. Pero al llegar, nuestra guagua de enlace había salido, y la Boris, que iba más hacia el norte, también, así que nos quedamos una noche. La ciudad en sí no tiene nada, sólo un monasterio desde donde se ven unas puestas de sol muy bonitas y donde además puedes charlar con los monjes novicios que allí viven. De hecho se nos acercó uno. Les gusta hablar inglés con los extranjeros porque así practican,... muy buena idea!! En este monasterio conocimos también a Fran, un italiano de la quinta de Boris, que se dedica en Italia a vender plata, que ha vivido en España también, que viajó a la India en la misma época que lo hizo Boris y bueno, esa noche nos lo pasamos pipa. Aquí nos despedimos de ellos. Buenos momentos.

Nong Khiaw

Al día siguiente nos despertamos temprano porque nuestro minivan salía supuestamente a las 8, pero no lo hizo hasta las 10. Esta vez pudimos ir junto al conductor, así que por lo menos íbamos más cómodos que el resto de las veces, nos esperaban 4 horas de curvas y baches.

Al llegar a este lugar nos sorprendimos de la belleza del entorno. Una localidad enclavada en un valle, con unas montañas verdes de selva, cruzado por el río Nam Ou, en esta época del año de un color verde claro, con una naturaleza exhuberante, con una gente muy amable y muy bonita.

Nada más bajarnos del minivan caminamos hasta la zona del alojamiento y mientras buscábamos, nos paramos a comer en el lugar de una chica que tenía una mini barbacoa con carnes varias, entre ellas patas de gallo. Allí nos tomamos dos beer Lao porque el calor apretaba como nunca y sin hablar el mismo idioma empezamos a reirnos con unos de los enanos que había por allí. Resultó ser uno de sus hijos, luego apareció el más grande, de tres años, y luego la enana que estaba en una cuna colgada del techo que utilizan para balancear a los bebés mientras ellas hacen otras cosas.

Al día siguiente nos esperaba una ruta hacia las cuevas donde, durante la Guerra del Vietnam, la gente de Laos de esta zona se refugiaba. Los bombardeos era por parte de los americanos porque también atacaron muy duramente este país ya que prestaba apoyo a los vietnamitas porque tenían una ideología similar. Por la zona descubrimos un sendero que nos llevaría, después de casi 3 horas, hasta unos pequeños saltos de agua de un riachuelo cercano donde nos pudimos refrescar en medio del paisaje verde selvático.

Algas con semillas de sésamo secando al sol.

Caminante no hay camino...

Hasta aquí actualizado hasta la fecha de hoy. Esperamos no volvernos a atrasar, aunque aún nos quedan 6 días en Laos hasta entrar en Vietnam. Desde que podamos, escribimos de nuevo contando más aventurillas. Un besote gigante!!!